martes, 17 de junio de 2008

Cine independiente americano


Ayer vi "Juno". ¡Guau!, ¿menuda noticia, no? No, ya se que no, pero la película de Jason Reitman (por cierto, hijo de Ivan Reitman, el injustamente infravalorado director de "Cazafantasmas") me hizo reflexionar sobre una idea que hacía ya tiempo, me venía rondando la cabeza y es, lo fácil que resulta en Estados Unidos ser independiente y además tener éxito. Con un guión medianamente bien avenido, e introduciendo palabrotas tipo "coño", "polla" y esas cosas, uno se puede hacer en un abrir y cerrar de ojos hasta con un Oscar si se descuida.

Existen ciertas particularidades muy propias de este cine independiente americano que aplicadas al dictado, suelen dar como resultado éxitos casi garantizados. La primera ya la he dicho, pero voy a profundizar; hay que aparentar ser políticamente incorrecto. Esto es muy importante porque así, das la impresión de que vas en contra del sistema, y eso siempre se vende muy bien y si no me creen, ahí está "American Beauty". La virtud en este tipo de asuntos es tener la capacidad de eso, de sólo aparentarlo. Por ejemplo, "Juno" arranca con una joven de 16 años que se queda embarazada por una noche de sexo con un compañero del instituto. En una sociedad como la norteamericana, esto es ser la hostia de incorrecto. Ahora bien, la película no tarda demasiado en convertirse en un canto a la maternidad, la familia y el amor.

Segundo, y muy importante. La música. Uno si quiere hacer cine independiente en Estados Unidos no puede contratar a John Williams para que le componga la música obviamente, es mejor embutir la películas en cancioncillas. Así se es más moderno. En "Juno" por ejemplo, la música corre a cargo de Matt Messina, un tipo que se encargar de salpicar la película de cancioncillas rollo Folk que a mi me recuerdan un poco a otro enfant terrible del cine independiente: Wes Anderson.

Tercera particularidad. Aunque uno vaya de independiente por la vida, no tendrá demasiados problemas en conseguir un estudio que te distribuya mundialmente la película y desde luego, estrellas que quieran participar en ellas. Kevin Spacey en "American Beauty", Jennifer Garner en "Juno", Ben Stller, Gene Hakman y Gwynet Paltrow en "Los Tenenbauns", Jack Nicholson en "A propósito de Schmidt" o Hugh Jackman en "La fuente de la vida" por poner sólo unos ejemplos.

Y cuarto, la planificación. Este es quizá el aspecto más difícil de detectar (y de justificar), pero también es el más extendido. Jason Reitman, Wes Anderson, Alexander Payne, Darren Aronofsky, Sam Mendes son directores que siguen al dictado esta norma de oro implantada, a mi modo de ver, por los hermanos Coen. Rigurosa planificación y escrupuloso montaje. Obviamente, no todo el mundo puede rodar y montar como los Coen, pero todos lo intentan con mayor o menor éxito bajo un denominador común. El asunto se trata de seducir con la planificación, de componer planos bonitos y visualmente impactantes, siempre articulados en función de una escrupulosa simetría de los elementos. Todo está perfectamente cuidado dentro del encuadre, tanto, que el conjunto en ocasiones, pierde sensación de esponteneidad, de realidad. Las películas de estos directores parecen estar construidas en torno a estilizadas imágenes construidas con escuadra y cartabón que además, suelen provocar cierta sensación de egocentrismo por parte de los directores. Para corroborar todo esto sólo hay que echarle un vistazo a cualquier película de casi todos los directores antes citado, pero por señalar sólo uno, recuerden el plano final de "Juno".

Todo esto entroca a su vez con una cuestión mucho más trascendental, y es la necesidad por parte de los nuevos directores de Hollywood de imprimir un sello personal a través de la planificación aunque sea a costa del propio relato. Los maestros de esta peligrosa tendencia son, sin lugar a dudas, los mencionados hermanos Coen y a mi modo de ver, David Fincher. Es decir, mientras el cine de directores como Steven Spielberg o M. Night Shyamalan resulta cada vez más depurado, más imperceptible, más clásico, el cine de los nuevos directores independientes empieza a diferenciarse por precisamente todo lo contrario, dejar una marca de autor, como digo, aunque sea a costa del propio relato.

El problema de todo esto que los directores que al fin y al cabo cuentan historias y se preocupan mucho por la seducción de las imágenes en ocasiones, les es muy dificil equilibrarlo con los intereses narrativos del film. En este bloque yo incluiría sin ningún género de dudas a, por ejemplo, Darren Arnofsky, para un servidor, uno de los directores más sobrevalorados del nuevo Hollywood, tal vez junto a Christopher Nolan o Bryan Singer.

Yo personalmente, y una vez pasada la euforía de "American Beauty", me quedo con gente como Wes Anderson y Alexander Payne, los dos únicos cineastas que saben combinar seducción con peso dramático en sus historias. Películas como "Life Aquatic" o "Entre copas" no tienen precio.

Cuestión a parte merecería el salto que en muchas ocasiones, los denominados "independientes" dan a las grandes producciones sin perder eso si, su prestigio de independientes. Aronofski casi rodó "Batmane Begins" pero dio igual, lo hizo Nolan y el director de "Pi" se lanzó a "La fuente de la vida", una carísima superproducción con Hugh Jackman y Rachel Weisz ("La momia") y que supuso un formidable fracaso comercial. Bryan Singer dejó hace tiempo de filmar cosas como "Sospechosos habituales" (qué día aquel que la vimos por primera vez...) para lanzarse de cabeza al cine de superhéroes y de paso, conseguir un éxito bastante moderado con una película, en principio, infalibre como "Superman Returns" (por cierto, unos 270 millones de dólares de presupuesto. De cine independiente, nada de nada).

Por cierto, "Juno" no me dijo nada...

2 comentarios:

Antonio Rentero dijo...

Fabulosa diseccion.

En todo caso hay que concederle a estos nuevos directores que al menos se toman molestias, se curran la presentacion del producto y tratan de imprimir un estilo a su obra.

Las recetas estan para tomarlas y aprovecharse, y desde que Syd Fields descubrio el paradigma, por ejemplo, todo el que no hace una peli como minimo interesante es pq haria mejor en desbrozar cunetas. Ya lo de dejar impronta y asumir una personalidad puede ser casi enfermedad, pero el espectador puede incluso acabar agradeciendo las molestias aunque luego no terminemos contemplando grandes clasicos del Noveno Arte.

Ramón Monedero dijo...

Ese es el tema, amigo mio.. al fin y al cabo no podemos mandar a paseo sin más momentos como esa terrible final de "Requiem por un sueño", la fabulosa disección de "Memento", o ese canto a la magia de la banalidad con la bolsa de plásitco de "American Beauty". Desde luego, detrás hay verdaderas figuras, pero esto no quita, que podamos criticarlas y al fin y al cabo, pedir más. A mi parecer, Wes Anderson y Alexander Pyne, si que lo dan.